Iglesia Pentecostal Unida Latinoamericana

                                            Breve reseña histórica de la Iglesia en Panamá 


La historia de la Iglesia del Señor es una de las historias más fascinante y maravillosa que se pueda contar, dado que en la gran mayoría de los casos es particular en cada región, y no se puede decir que ha habido patrones iguales de inicio. Ciertamente el Señor Jesús antes de ascender encargó la gran comisión de la proclamación del evangelio por toda la tierra, a sus discípulos, los que habían sido muchos de ellos, hombres humildes y talvez con escasa preparación intelectual, pero que fueron dotados de recursos sobrenaturales por el poder del Espíritu Santo en sus vidas.

“El reino de los cielos es semejante al grano de mostaza, la cual a la verdad es la más pequeña de todas las semillas, pero que una vez nacido y crecido es la más grande de todas las hortalizas”

La Iglesia Pentecostal Unida de Colombia, ha extendido su campo de trabajo en sus 70 años, a unos 30 países, y es así como en el año 1991, en el mes de octubre se establece oficialmente la obra en este país. Esta obra realmente había comenzado un poco antes, en la provincia de Darién, donde un creyente de la Iglesia en la población de Acandí, Colombia, llegó a cortar madera (quien por cierto estaba descarriado en esos momentos) comenzó a discutir sobre doctrina con otros compañeros de trabajo, que eran trinitarios. Estos le enfrentaron con su pastor hno. Gabriel Ají, quien entendió la doctrina de la unicidad de Dios y el Nombre de Dios, y quienes después viajaron por tres días a pie, por la selva, hasta Acandí, donde se hicieron bautizar en el Nombre del señor JESÚS, y mas tarde toda la congregación que pastoreaba también se hizo bautizar en santo Nombre del Señor Jesús para perdón de sus pecados. Diez años duraron los hnos. sin ser asistidos por nadie, pero a pesar de ello, permanecieron firmes en la fe y en la doctrina, hasta que volvieron a ser visitados desde Colombia por los hnos. Arnaldo Bentancur, Orlando Jiménez y Ember Ochoa, para mas tarde, formalizar la obra en este país.

Por esa misma época, Dios también se movido en el corazón del hno. Aníbal Cansarí, quien desde la población de Juradó, Chocó, Colombia, donde servia al Señor Jesús, vino a visitar y evangelizar a sus familiares y a su tierra, y llegó a Tucutí, Darién, donde también es usado poderosamente por Dios, y ganó muchas almas para el señor, llenando toda esa región del conocimiento del evangelio de nuestro Señor Jesús. Cuando el hno. Gabriel Ají, se convirtió al nombre del Señor Jesús, sufrió muchas persecuciones de parte de su antigua organización y fue a refugiarse donde el hno. Anibal Cansarí, quien le animó a seguir predicando el santo evangelio del Señor JESUS y fue así como el nombre de Jesús se predicó y se establecieron iglesia en diferentes lugares de la provincia de Darién.

Por el año 1991, un hno. De Argentina, que era médico, habló al Consistorio de ancianos de la Iglesia Pentecostal Unida de Colombia, de una amiga que formaba parte del Gobierno y quien podría ayudarles a establecer la obra en este país, en lo referente a documentación y vino en esa comisión el hno., Álvaro Torres, pero no lograron los contactos. También ya estaban viviendo por esa época un grupo de hermanos que habían venido de Colombia, y quienes anhelaban que acá se estableciera la Iglesia de Colombia, dado que ellos se congregaban en iglesias, que aunque eran del Nombre, tenían sus propias costumbres, que no eran idénticas a la su iglesia madre. Estos hnos, también fueron factor fundamental en el establecimiento de la iglesia del Señor en este país. Ente esos hnos. que habían venido de Colombia, estaban los hnos. Miguel Vides, Cecilia de Vides y Francisca Herrera.

El primer misionero establecido fue el hno. Orlando Jiménez, quien trabajó por cuatro años en este país y le dedicó mucho tiempo a la formación cristiana de los hnos. en la provincia de Darién, y además se comenzó el trabajo en la capital.

El segundo misionero en trabajar en este país es el hno. Fernando Sierra, quien durante cinco años trabajó en este país, estableciendo en forma más formal el trabajo en la ciudad de Panamá, y fortaleciendo el trabajo en la provincia de Darién, poniendo nuevos obreros y predicadores.

El tercer misionero es el hno. Esdras Barranco quien durante ya casi nueve (9) años ha trabajado en este país, y Dios le ha usado para entrar a predicar en otras provincias y es así como se han establecido congregaciones en las provincias de Colón, Chiriquí y Veraguas, y se ha iniciado trabajo en la provincia de Coclé.

Sigamos orando para que el Señor permita establecer congregaciones para la gloria de su santo Nombre en las provincias de Bocas del Toro, donde ya tenemos contactos y puertas abiertas, en Herrera y en los Santos.

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